martes, octubre 02, 2007

Mi gran pregunta


Tenía sueño, desperté cansado, me había acostado temprano el día anterior.
Tenía que, por obligación, levantarme temprano, pero no lo quería hacer. No tenía las ganas, ni las fuerzas para hacerlo. Me sentía como en estado catatónico, ido de la realidad.
El televisor estaba encendido, pero mi mente era incapaz de observarla. No procesaba, no entendía, no escuchaba. (Bastante raro en mi, ya que el televisor es algo más que fundamental y necesario para mí, sobre todos por los canales de deportes.)
A pesar de todo me sentía bien, sin ganas, pero bien. Estaba en el mejor de mis placenteros sueños. Pero despierto.
Poco a poco sentí una voz. Una voz que, a pesar de los años, jamás se olvida. Está registrada en lo más profundo de nuestro ser, de nuestros sentidos, de nuestras entrañas. Tanto para nosotros las personas, como para el reino animal, es una voz de alerta, un llamado al cual más que por obligación, es por instinto básico es que debemos y tenemos la necesidad de ir.
No entendía bien, pero poco a poco aquella voz era cada vez más clara. Era mi nombre!!!. Alguien me llamaba.
Me levanté de inmediato, me puse un pantalón de buzo medio arrugado que encontré “ordenado” en el suelo de la pieza y acudí raudamente al llamado.
En la cocina estaba mi mamá. Con delantal colgado al cuello amasando algo. La mesa estaba llena de cosas: queques, panes de molde, frascos de mermeladas, etc.
No entendía mucho la situación, pero ella no paraba de darme instrucciones. Hasta que al final dijo la palabra la clave, esa palabra que me hizo volver en sí y me saco, frustrantemente, de mí anhelado estado emocional.
“Pucha Jaimito (como en los chistes), que lastima que se tenga que ir hoy, quizás hasta cuando va regresar otra vez (las mamás siempre son lloronas en este sentido), y levántese que tiene que irse temprano al aeropuerto”.
Fue como un balde helado de agua fría. Me acorde en donde estaba, y porque estaba ahí.
CRESTA!!!!! - fue mi único comentario, y tomando la cabeza asumí la realidad, las vacaciones se acaban ese mismo día....chesumadre.
Tenía que apresurarme. Aquel día (19 de septiembre) estaban llenos los buses de conexión de Viña del Mar a Santiago, y debía tomar el vuelo de regreso a Iquique.
Por mientras me tomaba una ducha, mi madre ordenaba los “cariños” que nos hizo con mi hermano. Por otro lado mi hermana y mi sobrina estaban buscando cuanta ropa, limpia y sucia, encontraba para que me la trajera.
Quizas crean que es “mamon” la primera parte de este relato...yo también, pero no me importa, tampoco me avergüenzo.
Para una madre un hijo, independiente la edad que tenga (en mi caso un huevón de 31 años con las bolas bien peludas), un hijo siempre es un hijo. No importa la edad. Y en nuestro caso, una madre lo será siendo hasta “aquel” día.
Atrás quedaron los viejos rencores. Solo se recuerdan como una mera anegdota en algún asado de amigos. De los miles de permiso de salir, frustrados por el mal genio de la vieja, según nosotros, pero que al final era el tremendo cagazo que nos habíamos pegado....y así miles de situaciones.
Hace muchos años atrás, un día cualquiera decidido a cambiar mi suerte tome mi mochila campera, un par de pilchas y me vine a Iquique. Fue un viaje terrible. Muchas horas en bus por pleno desierto. Un verdadera lata.
De eso ya hace 11 años. Tenía 18 años en ese entonces. No me arrepiento de haberlo tomado tal decisión.

Cuando se es joven –aquel gran tesoro, dicen los viejos- no se piensa demasiado. Se propone y las cumple – y chucha que se pasa bien.
Ya no tengo esa energía que a los 18 años. A nuestra edad se piensa distinto. Cambian las prioridades, se asumen nuevas y complicadas responsabilidades en todo orbe.
El resto de nuestra energía la ocupamos en la familia (en mi caso mis padres, ni cagando me casaría).
Hace un tiempo me está dando vueltas el bienestar de mis padres. Cuando chico pensaba que mis padres eran tipo highlander (como en la película), un par de inmortales que siempre están cuando uno los necesita. Que inocente, pero que seguridad y tranquilidad me daba en aquellos años.
En estos 11 años fuera de casa me perdí de muchas cosas. Un cambio de cuidad (de Chillán, ciudad de origen) a Viña del Mar, todas las navidades, todos los años nuevos, cumpleaños, entre muchas cosas más... fechas que para muchos son importantes, para mi también, pero por temas de trabajo me era imposible viajar. No tenia ni los medios ni el dinero para hacerlo.
Ahora si los tengo. Ya no quiero perderme más fragmentos de mi vida familiar...que haré??, esa es mi gran pregunta.